Jean
Ziegler. Ex relator de Derecho a la Alimentación de la ONU.
Abordar la problemática de la soberanía
alimentaria (SA) implica una mirada amplia, profunda y abarcativa sobre los
modos de producir, comercializar, distribuir y consumir los alimentos dentro de
un determinado contexto histórico y político. Y de como, a partir de un modelo
de producción capitalista, altamente concentrado y transnacionalizado, se va
construyendo un modelo de sociedad y de país.
Para empezar, un poquito de historia...
En Argentina, ya desde nuestro origen como
nación, el principal modelo de desarrollo económico fue la producción de materias
primas, siempre concentrado en una
pequeña oligarquía terrateniente que aún conserva el control.
Si a esto le sumamos que nuestra producción
agropecuaria siempre estuvo ligada a las necesidades del mercado externo (y que
aún lo está en forma de commodities), abasteciendo tanto de insumos a animales
europeos y asiáticos, como de agrocombustibles, tal desarrollo económico
termina dependiendo estrechamente de las crisis de cualquier índole que ocurran
en Europa y en el resto del mundo.
A partir del 2008 y con el fracaso del mercado
inmobiliario,las inversiones especulativas pusieron su mirada en los alimentos,
no sólo como un negocio sino como una forma de dominación económica de los
pueblos. Algo que respondía directamente al desarrollo de los "mercados
del futuro" - ya propuesto desde la década de los 70 - que incluyen tanto
a los alimentos y sus tierras de cultivo, como a los recursos naturales y los
combustibles fósiles. Esto se consolida con un modelo supermercadista
concentrado de compra barata y venta cara de todos los insumos fundamentales
para la subsistencia.
Y en este punto, lo que hay que saber, es que
son una decena de empresas aproximadamente quienes manejan este modelo.
Empresas que determinan - desde la especulación más pura - la comercialización y fijación de precios de
los alimentos y productos relacionados. Y que se entrelazan generando las
relaciones necesarias para la evasión impositiva y el sometimiento financiero a
través de la compra vil de deuda pública (fondos "buitre" o holdouts)
Ahora bien, ¿qué se necesita para que estos
mercados existan y funcionen?
Lo primero y fundamental es una matriz que los
contenga. Un modelo económico y social que haga el sustrato más apto para su
implementación.
Normas y reglamentaciones lo suficientemente
laxas como para que estos capitales golondrinas y especulativos se introduzcan
prometiendo innovación tecnológica, mientras generan deudas y se aseguran
garantías y beneficios por sobre los recursos naturales.
Y un aceitado aparato de difusión que, a
través de los medios de comunicación como estrategia de poder, pueda intervenir
políticamente en defensa de los intereses de estos capitales.
Es decir, un modelo de desregulación de los
Estados en manos del mercado como base total y absoluta para su implementación.
¿Y qué produce este modo de
"producir"?
Una cadena que:
• Se inicia en la extranjerización y el
acaparamiento de las tierras fértiles por parte de estas empresas para la
sobreexplotación de los suelos con un uso creciente y desmesurado de los
llamados fitosanitarios derivados del
petróleo (como parte de la "innovación tecnológica"), que deviene
-inexorablemente- en la desertificación
y la deforestación en favor de los monocultivos.
• Se sostiene por el grado de concentración,
comercialización/distribución de las semillas, la compra o arrendamiento de las
tierras cultivables, los seguros y el financiamiento.
• Finaliza con la exportación de los recursos
con un modelo económico centrado en el agronegocio que necesita el mercado agroexportador,
y dentro de un mecanismo de retención de las cosechas en espera de precios del
mercado internacional para sus propios beneficios, y en franca obstaculización
de la recaudación impositiva prevista.
Todo esto en el marco en que, además, cuentan
con el manejo de los puertos y vías navegables, así como los ferrocarriles y
las rutas.
Éste - claramente - es un modelo que ha
sumido, no sólo a Argentina sino que al mundo, en una crisis alimentaria que
concentra desorbitantes e inadmisibles porcentajes de mal nutrición y
desnutrición en la población. Y que pone al descubierto el ineludible fracaso
de las políticas neoliberales adoptadas globalmente durante las últimas
décadas.
Y que nos pone en la absoluta necesidad de
reclamar, como obligación indelegable de los Estados, el velar por la vida y el
bienestar de los habitantes de sus respectivos países, en desmedro de estos
especuladores del mercado global que manipulan los precios de los alimentos y
definen qué, cómo y dónde producir para obtener ganancias sólo para unos pocos.
El contexto político, económico y
socio-territorial que limita la Soberanía Alimentaria, hace necesario encontrar
los instrumentos que nos permitan visualizar las nuevas situaciones existentes
para poder diseñar la estrategia adecuada y llevarla a cabo.
Y es nuestra responsabilidad estar al tanto.
Conocer los mecanismos, desentrañar las tramas. Y empezar a comprender cuanto
nos atañe o nos compete un sistema de gestión que permita estos modelos de
producción y desarrollo.
En lo sucesivo, iremos profundizando sobre ello.
Nota aportada por LENY PEREIRO
Fuentes:
- HABLEMOS DE SOBERANÍA ALIMENTARIA -
Miryam K. de Gorban
- DECLArACIÓN DE LA COMISIóN DE SOBERANÍA ALIMENTARIA -CCSC - CUMBRE SOCIAL DEL MERCOSUR San Miguel de Tucumán • junio de 2008