Las lenguas de señas, - como cualquier otro lenguaje -permiten la libertad de expresión y el intercambio de ideas. Fomentan el aprendizaje, la enseñanza, el trabajo y la participación en la vida pública y privada.
Su acceso en ámbitos como la educación y los servicios públicos es fundamental para los derechos humanos de las personas sordas, además de ser clave para romper las barreras de la comunicación y adentrarse en la sociedad como cualquier otra persona.
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